El reumatismo se considera una enfermedad inflamatoria crónica. Para tratar el reumatismo, los médicos recetan analgésicos y calmantes como el paracetamol, pero también antiinflamatorios no esteroideos. Si esta primera línea de tratamiento falla, los reumatólogos pueden ofrecer a los pacientes inyecciones de corticosteroides para aliviar la inflamación. En el caso del reumatismo inflamatorio crónico, los tratamientos de fondo se combinan con analgésicos para controlar la enfermedad y espaciar los ataques inflamatorios.
Para la mayoría de los pacientes, las terapias farmacológicas nunca tratan la totalidad del dolor. Por eso es importante disponer de productos complementarios. También existen soluciones preventivas naturales para contrarrestar la aparición de síntomas reumáticos. Consisten en limitar los factores desencadenantes como: el sobrepeso, la inactividad física o ciertos alimentos. He aquí algunas medidas de prevención del dolor muy sencillas de poner en práctica: Fomentar la actividad física, desterrar los alimentos enemigos de las articulaciones (como el azúcar, los fritos, etc.), favorecer una dieta antiartritis (frutas, verduras, etc.), tomar hierbas como remedio casero,... los tratamientos del reumatismo en casa son fáciles.
Por tanto, las opciones de tratamiento son diversas. En los últimos años, gracias a los avances en la investigación de las enfermedades reumáticas, han surgido nuevos tratamientos que pueden mejorar notablemente las condiciones de vida de los pacientes reumáticos, así como la evolución de su enfermedad.
Sin embargo, el diagnóstico precoz es muy importante, para que el reumatólogo pueda elaborar un plan de tratamiento desde el inicio de la enfermedad.
En general, una medida aislada o un solo remedio no bastan para lograr una mejoría inicial: hay que utilizar todo un concepto terapéutico individual. En este caso, los productos fitoterapéuticos (con plantas medicinales) son una opción terapéutica natural y eficaz.
Además, algunos factores favorecen un estado inflamatorio del organismo, como la hiperpermeabilidad intestinal, el estrés, la falta de sueño, las toxinas, las alteraciones del sistema endocrino y la dieta. La alimentación debe ser básicamente antiinflamatoria.
Las grasas vegetales, en general, y el omega-3 en particular, reducen la inflamación a nivel sistémico. Las frutas y verduras son muy útiles porque son ricas en antioxidantes: clorofila, resveratrol, vitamina C, quercetina y betacaroteno, entre otros. Las hierbas y las especias también tienen un gran poder antiinflamatorio. Entre las especias, la cúrcuma multiplica su acción con la pimienta negra.
Es aconsejable no consumir sustancias que favorezcan los procesos inflamatorios: carne procesada, exceso de carne roja, gluten, lácteos, azúcares y alimentos refinados, y grasas procesadas.
Evite también las solanáceas. Pimientos, tomates, berenjenas y patatas contienen solanina, que favorece la inflamación articular. Sobre todo, no los comas fuera de temporada, crudos y con piel.